Memoria histórica es mucho más que eso...

viernes, 23 de abril de 2010

Solidario sí... pero no un soplagaitas.

Cuando ya el delirio de aquellas desquiciadoras curvas femeninas, aquellos senos prominentes, prietos como puños, y el pertinente sofoco de aquel culo respingón, dejaron de interferir sobremanera en la fragilidad de nuestros sueños pueriles, cuando ya, bien entrados los cuarenta, la arrebatadora y alucinógena estampa de aquel portento de mujer, cuanto menos, dejó de profanarnos el sueño en mitad de la noche y el diablo (del que dicen: sabe más por viejo que por diablo) ya no te tienta tan despiadadamente como antaño lo hacía, viene a irrumpir otro demontre, otro ángel malo, otro emisario del demonio en forma de irónico payaso.

Tengo un primo que le ocurrió algo parecido: recién acaba de salir (casi no lo cuenta) de la chochera a la que lo sometió, como un extraño maleficio, su última hembra tempestuosa y exuberante. Está ahora recién salido de aquella larga y fatídica convalecencia. Mi primo es un guanajo, un tipo cojonudo. Me contó ayer que en los últimos días le vuelve a costar conciliar el sueño. Pero esta vez por otra cuestión menos traumática: el azar le envió otro emisario del diablo. Me dice que al dar su paseo matinal, en la esquina Urzaiz con Gran Vía, justo junto al semáforo, encontró, sin am@ alguno, botada, desangelada, más sola que la una, una cartera que portaba un mogollón de documentos así como aproximadamente 15000 de las hoy entrañables antiguas pelas. Mi primo intentó parar sin éxito (incluso llegó a silbarle)a cierta patrulla de policía que hacía como que patrullaba, desde luego como mandan los cánones para el buen desarrollo del ejercicio policial. Creyó entonces mi primo optar por la solución más ecuánime. Y mientras se dirigía en busca de la dependencia policial más cercana, pensó, le dio tiempo a pensar, a pensar mucho. Le ardía a mi primo la cartera en el bolsillo. Se sentía extraño, como un delincuente. No era para menos: encima llevaba una cartera repleta de documentos ajenos, estibada de tarjetas crediticias. Pensó por el camino mucho mi primo: el pensamiento, a una velocidad de vértigo le estuvo andando la Ceca y la Meca. ¿Se quedaría la recompensa del dinero y devolvería el resto? ¿La devolvería íntegra? Acaso no se lo quedaría el agente o los agentes destinados, en ese preciso momento, a tal contingencia. Respecto de aquel parlatorio, de aquella especie de soliloquio al que de pronto se vio avocado, por supuesto, sobre decir que se refería mi primo al efectivo, al dinero contante y sonante. Buena gente sí, concluyó éste, pero no gilipollas.

Desde entonces no duerme mi primo, no pega ojo, se impacienta y se desvela otra vez, como hará de esto un par de meses atrás, de nuevo lo importuna la carcoma de su sórdida y remordida conciencia, como cuando lo dejó aquella jodida pelandusca.

Si hay, por favor, alguien ahí: quien quiera que sea, quienquita, aunque sea alguien venido del más allá, aunque sea la tentativa de otro emisario venido del inframundo, algún demontre capaz de aclararle si estuvo bien o estuvo mal lo que hizo, que lo manifieste abiertamente en esta sección. ¿Fue acaso menos labor altruista por haberse quedado el efectivo? Qué se lo pregunten, si acaso, a quién perdió la cartera. De tal fulan@ en cuestión depende la condena o absolución final de mi primo y su recién maltrecha conciencia.

miércoles, 14 de abril de 2010

Cuando por primera vez solté al espacio sideral el contenido de este pequeño y comprometedor relato, más, como bien reza en la subsiguiente aclaración, por prescripción facultativa o como descarga emocional, que por conseguir encumbrarme en el abigarrado olimpo de personajillos afanados, lo hice a hurtadillas y en cierto modo consciente de que me aventuraba en un universo totalmente desconocido para mí. Se lo envié a un tal foro literario, de cuyo nombre no consigo acordarme, desde donde me remitieron un correo electrónico preguntándome que qué había pensado yo hacer con aquella bomba de relojería, y que cómo debían ellos proceder del modo más satisfactorio para mi. Y ni corto ni perezoso les envié lo siguiente: "Precisamente hoy llegué a la conclusión de que la prosa es a la súplica, lo que la poesía es al lamento. Tal vez por ello ese texto tenga una ligera connotación cadenciosa, algo así como una especie de prosa rítmica. ¿Será su contenido ese lamento? ¿Ese grito desgarrador que retumba desde ahí? ¿Desde el inframundo? Será...No sé. Sea lo que fuere, me gustaría que se colocara en un sitio visible. Donde el usuario tenga fácil acceso a él y se haga eco de las proporciones de esta lacra social. Así sea porque, sin comerlo ni beberlo, a la vuelta de la esquina, lo aguarde a él o a usted la misma penitencia, el mismo mercadeo de estraperlo, el mismo fenómeno vomitivo y nausebundo, la misma situación ignominiosa...Así sea porque, en el intento, el libre ejercicio de nuestras libertades (la de los hombres sobremanera) estén sufriendo un paulatino y contante deterioro. En algún sitio visible (dentro de los amantes a la literatura, por ejemplo) donde el usuario pueda tomar conciencia sobre los derechos que, día sí día también, nos usurpan ante nuestras propias narices. En cualquier vericueto, blog o zona telarañosa del espacio interestelar, que al cuidadano de a pie le sirva de provecho y lo haga, si cabe, más libre todavía. Y nadie se le escapa (con la iglesia hemos topado, como se decía antiguamente) y ustedes no podían ser menos que nadie, por supuesto, que éste, por escelencia, es el medio de las libertades y de las comunicaciones. Así pues, si mi anónimo confidente y amigo del alma así lo estima conveniente, coloque el texto como mejor le venga en ganas. A mí ya me sirvió como descarga emocional. Y los periódicos, como ya usted sabe, no están por la labor de allanarle el terreno al ciudadano de a pie, tanto como lo hace con las grandes firmas, franquicias e instituciones. Sí le pido, si no es mucha molestia, que me remita la dirección exacta del blog donde lo publica, en caso de que lo crea oportuno.
Tampoco me importaría que incluyera usted este texto."
Un cordial saludo: RAMON DEL PINO ALEMAN ALEMAN